viernes, 9 de marzo de 2012

¡Que dificil es predicar.!

Es una tarea monotona, aburrida al paso de los años. Tiene una dureza añadida, cuando tienes la obligación de hacerlo, y poca habilidad de comunicar, de explicar aquello que has leído.
Esta mañana estuve en misa.
Se leyó la historia de José, mas bien fue la primera parte en la que el protagonista va a encontrarse con sus hermanos y estos dedicen matarlo, y después lo venden a unos mercaderes para que en Egipto fuera esclavo. Por cierto que allí supondrían que moriría pronto pues no era un hombre muy fornido y los trabajos forzados acabarían con el en poco tiempo.
Bueno pues comentando el suceso es cura dice:
"Los hermanos se conforman después con venderlo a mercaderes Madianitas"
¡Como que se conforman!
¿Es que lo mandan a hacer un viaje turístico por Egipto acompañado de aquellos amigos tan simpáticos?
Ellos bien sabían lo que hacían.
Que lo maten otros y asi no tenemos la responsabilidad directa del hecho.
Es una felonía en toda la regla.
Ellos no se "conforman" con nada.
Actuan de manera concreta para acabar con el.
Las acciones humanas tienen consecuencias, y la consecuencia de este atropello al inocente sera su segura muerte.
La inconsciencia humana puede llevarnos a hacer actos los cuales llevan la marca de la muerte.
Los madianitas venden a José.
Pero la persona que lo compra cambia la historia.
José se va a convertir en un salvador.
Primero va a salvar a Egipto del hambre.
Segundo va a salvar a su familia.
Cambiemos la historia con nuestras acciones.
Nuestros hechos pueden llevar vida o muerte.
El acto de los hermanos era mortal.
La compra del esclavo cambio la historia para bien.
Hacer de nuestra vida una historia de salvación esta en nuestra mano, como lo estuvo con José.
Llevar la muerte también como narra el principio de la historia.
Habra que hacer mas blogs para que los curas tengan ideas nuevas y ciertas para su predicación.
Aunque:
¿Cuando podremos volver a predicar los laicos en la celebración eucaristica como al principio del cristianismo?
¿Hasta cuando sesguiremos perdiendo los carismas que el Espíritu Santo derrama en sus hijos?

No hay comentarios: