Cuando Buda entró en la capital del rey Pransajit, el propio rey en persona salió a recibirlo.
Había sido amigo del padre de Buda y había oído hablar del tremendo espñiritu de renuncia de muchacho.
De modo que intentó persuadir a Buda de qeu renunciará a su vida de mendigo errante y regresará a palacio, pensando qeu con ello estaba prestando un servicio a su viejo amigo.
Buda se quedó mirando a los ojos de Pransajit y dijo:
Respondeme sinceramente: a pesar de toda tu aparente alegría.¿Te ha dado tu reino un solo día de felicidad?
Pransajit bajó su cabeza y permaneció mudo.
No hay mayor alegría
que no tener motivo de tristeza.
No hay mayor riqueza
que contentarse con lo que uno tiene.
La oración de la rana 2.Tony de Mello.p88
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