
La noticia me llegó en un mail, hace unos días:La madre Izaskun de entrada edad ya había fallecido en la noche del sábado.
Esta mujer menuda y frágil llevaba en su corazón a Dios, y lo llevaba para entregarlo a los demás, para contagiarles de su amor.
Era una mujer bondadosa, tierna, amable, dispuesta a escuchar y a decir con una voz deliciosa y única:
¡Dios, nos quiere tanto, es un caballero!.
La conocí hace 30 años, y desde el primer día su ternura me lleno de paz.
Los últimos años había perdido su noticia, pero estabamos muy unidos, en esa unidad de espíritu que anima a los corazones que aman a Cristo.
El cielo lo tengo cada vez mas lleno de voces amigas, y de hermanos.
Me siento cuidado, incluso mimado por todos ellos.
Que Dios los cuide y les de un cielo muy grande, muy grande.
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