No podemos llegarnos a Dios, el camino está cortado.
La situación sería irreversible si no hubiese sido por la encarnación del Hijo de Dios:
"El Hijo de Dios nos purifica de todo pecado.Si decimos: "nosotros no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos, y la Verdad no está en nosotros.Si confesamos nuestros pecados él, por ser fiel y justo nos perdonará nuestros pecados". 1 Jn,1,7b-8.
El pecado nos aleja de la verdadera esencia, de nuestro yo hecho a imagen y semejanza de Dios.
Sumerge al hombre en un infierno de muerte,mentiras y dolor.
Pero el Hijo de Dios vino liberarnos del pecado, ya no somos esclavos de las tendencias negativas que nos llevan a la destrucción.
Este pecado ya no tiene poder para gobernar la vida de los hombres, podemos gobernarnos en el amor y la misericordia, la vida y la esperanza.
La libertad de hijos de Dios la tenemos ahora en su totalidad, y la gozaremos en plenitud en la vida Eterna que ya ha comenzado para los que creemos en él.
Para comenzar esta vida nueva en el amor de Dios tenemos que ser liberados del lastre que supone la negatividad del pecado. De ese lastre nos libera el Hijo de Dios.
Sólo tenemos que pedírselo en oración sincera y de amistad. El nos devolverá la pureza del corazón con la que veremos a Dios.
Paz y bien.
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