Un perseguido no goza de dignidad.
Un acechado es un hombre muerto.De golpe o exisntencialmente.Un marcado no cuenta para nadie: es persecución pura.
Un marginado es un hombre sin crédito.Con frecuencia ni para él mismo.Sólo para Dios.Solamente para El cuenta.
Pero éste es un misterio tan grande, que en medio del delirio el paria no lo ve.
Sólo con él, en El y para El tiene respuesta la marginación, una marginación cualquiera.
Y sólo un milagro puede provocar la maravillosa inversión: cuando el protagonista , pese a sus temores cotidianos,haciendo frente a sus complejos de culpabilidad y al terror universal que suele acompañarle, descubre un día que es portador precisamente de la dignidad del persequido.
De la grandeza de ser diferente,
de la promesa hecah un día para los eternamente acuciados,negados, repudiados.
Cuando,sábiendose un extra omnes, toma conciencia plena del valor privilegiado que su sufrimiento,su angustia, su negación universal lo hace acreedor, poseedor.
Y los otros. los preseguidores,casi todo el mundo, algún día le serán deudores.
Con fe,todo esto es una cuestión de tiempo,
Sin fe una cuestión de abismo.
Y algún día de justicia.
Emili Boils.La mar de Dios.p78-79
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