Si hay algo que rompe las entrañas del alma es no contar para nadie.
Que ocurriera que nadie te ve, ni te mira, ni te habla, ni te escucha.
Pasar días sin hablar, sin ser reclamado.
Una vez estaba en la Plaza de la Cruz una joven, con su violín. Tocaba para sacar unas monedas y con eso sobrevivir, o continuar su camino.
Yo estaba sentado a la sombra, era verano, y allí estuve un rato oyendola.Además tocaba bien.
Cuando pasé a su lado, al irme, le aplaudí.
Ella me miró, se ruborizó un poco, sonrió, y me dijo:"Merci,bien".
Era extranjera, podría ser francesa,o belga,o suiza, todavía más soledad, y menos gente a la que tener contacto cercano, y poder hablar.
Lo agradeció como el mejor de los dones que le podía ofrecer: mi atención.
Dios siempre cuenta con nosotros, y siempre nos escucha.
Una madre estaba en el desierto, ya sin víveres, y su hijo lloraba por el dolor de la muerte.
Entonces se apareció un ángel y le dijo:"Yahveh ha escuchado el llanto del niño,ahi tienes un oasis para darle de beber.
En la Biblia el Dios que escucha, lo primero que oye y responde es a la voz de un niño que llora,de un niño hijo de una esclava.
Esta recogido en el libro del Génesis.
Años mas tarde un profeta a alentar al pueblo.
Un pueblo pobre y derrotado por reyes vecinos muy poderosos.Isaías.
El dirá de parte de Dios:¿Puede una madre olvidarse de su niño de pecho?.Pues aunque ella lo olvide yo nunca te olvidare, Pueblo mío, oruga de Israel.
Siempre contamos con Dios a nuestro lado para hablar con el.
Como Adán cuando paseaba por las tardes con Dios, podemos estar con El, cara a cara, hablándole, y escuchandole.
Somos preciosos para El que es todo amor.
Soy precioso para El.
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