Hace unos días, su madre con cara triste y alma llena de añoranza me ha dicho que Fermín, su hijo y mi amigo se había muerto.
Tenía parálisis cerebral, y era pintor, artista de colores y formas en el espacio.
Después de la confirmación vino a nuestro grupo de oración una temporada.Allí conoció el amor de Dios, y su expresión en la acogida y el calor de los hermanos.
La vida le ha hecho sufrir, tanto que al final su alma grande ha dado el paso para ir al cielo.
Un cielo especial para los inocentes.
Con Teresa del niño Jesús, una enferma le dedicó estos versos, como pregón de eternidad, como velo para el cielo:
Desde los primeros momentos de mi vida
me hastomado entre tus brazos;
después Madre querida,
me has protegido en este mundo.
Para conservar mi inociencia,
me has colcoado enun dulce nido,
y has guardado mi infancia
a la sombra de un claustro bendito.
Concédeme ser fiel
a mi divino Esposos Jesús.
Que un día,sudulce voz me llame
a volar entre los elegidos.
Entonces lejos del destierro del dolor,
te repetiré en el cielo
el canto de mi gratitud.
Teresa de Lisieux, Poesías y canciones.p34
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