Al Señor en mi pena yo invoqué
y él me puso atención.
¡Oh señor!,sana mi carne enferma
del gusano que la quema.
¿Qué hará contigo el fuerte de Dios,
cómo te aplastará polilla
insignificante?
¡Ay de mi! que tengo que vivir rodeado
de las llagas y los doloeres,
de mis tendones debilitados,
y mi sangre perdida.
Vida yo anhelo,
y en el Señor hay eterna.
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