Leí una vez un libro titulado:Unificación personal y experiencia cristiana.
Tiene dos partes:En una se analiza al ser humano, se le nutre para que vaya creciendo como hombre, y se avisan de las dificultades en el camino de la oración, en el encuentro con Dios.
La segunda parte es una practica de la oración.
Me imagine a su autor como una persona muy alta:200cm por lo menos, y con 100kg de peso.
Unas manos enormes, con una voz ronca, y una mirada atenta, como un tigre.
Coincidí con él en una conferencia que daba.¿Y cual fue mi sorpresa?
Era un hombre bajito,delgadito, con unas lentes redondas de las de los tiempos antiguos.
Unas facciones amables,unas arrugas que invitaban a la confianza, y a una ternura celeste.
Este autor escribió una teología XL.
En nuestros grupos vienen gente de todo tipo, y la gracia de Dios va haciendo maravillas en ellos, pero la gracia no evita que las personas tengamos que madurar, vencer miedos y heridas sicológicas antiguas.Aquellos que no son capaces de vencerlas, de superar sus conflictos personales lo pasan mal en este camino.Hacen pasarlo mal a los demás, y en último termino ni crecen ni dejan crecer.Como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.
El primer paso para la oración es el amor de Dios que nos mueve por dentro, la experiencia gozosa de cambio en la vida.
El segundo paso es la maduración personal, el proceso humano de crecimiento, y en eso tenemos mucho que trabajar todavía.
Son dos pasos que tenemos que dar, son dos piernas que ayudan a caminar.
Grupos de oración fuertes y crecidos al cabo de unos años, o quizás de meses bajan o desaparecen, ha sido por la falta de maduración y de proceso.
Por eso es importante tener buenos maestros de vida espiritual, y apertura continua a Dios.
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